lunes, 28 de febrero de 2011

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Supongo que ese número no a todos dirá algo, pero sí que habrá gente a la que ese número, esas cinco cifras, dichas con cierta entonación, les dirá mucho.

Es el número de Jean Val jean, el número de Pepe García y el de John Smith.

El número con el que se marcan los destinos de quienes no tienen destino.

Es el número de Los Miserables.

Este fin de semana viaje con la familia a Madrid para ver el “Musical de musicales” en el Lope de Vega. ¿No sé qué narices hacía yo en la Expo en el 92 en vez de pasarme por Madrid? Así que la reposición no se me podía pasar por alto.

Lo primero que cambian es ese número, pero es igual, el resto de letras también están variadas respecto a la versión que uno trae memorizada, la del 92.

La escenografía es espectacular. El uso de las imágenes de fondos en movimientos resulta vertiginoso y los efectos conseguidos son deslumbrantes.

Pasamos tres horas llenas de emociones, de recuerdos, de canciones y por unos instantes, vivimos, otra vez, la más romántica de las revoluciones.

Documentada por Víctor Hugo magistralmente esta inútil revolución pasó por encima de la historia para impregnar nuestras retinas de sentimientos.

Los Miserables, los marginados, seguirán su camino, pero tal vez, después de presenciar algo así, nuestro corazón mirará de reojo en cada esquina en la que encontremos un marginado, un miserable.

La revolución será inútil nuevamente, pero nuestro corazón, tal y como me hizo ver mi amigo D. Antonio Ríos, nunca volverá a ser el mismo.

Si no lo has visto, si no sabes de qué hablo, haz lo posible por verlo. Haz lo imposible por tener la oportunidad de sentirlo. Siempre vale la pena sentir.



P.D.:

Antonio, siempre te estaremos agradecidos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿U P Y D? O dicho de otra manera. ¿Union, Progreso y Democracia?

Cuando empiezas a hablar de política, a cruzar opiniones de manera intencionada o no, te tropiezas con una realidad que en ocasiones cuanto menos te hace bajar la cabeza por no elevarla a los cielos suplicando de los dioses cierta comprensión a la que no están acostumbrados.
La primera vez que dices U P y D, miras a la cara de la gente y puedes ver como sus ojos se abren de par en par. No precisamente por que la mención de tales siglas les traiga agradables o desagradables recuerdos sino mas bien por todo lo contrario. No saben de qué o quién les estas hablando. Después recures al consabido "Si hombre si, los de Rosa Diez", y es cuando la boca se abre y suelta aquello de,... "Ya, ya, la rubia esa del parlamento, parece que promete ¿no?"
Menos mal que, al menos, hay una imagen a la que echar mano para poderse identificar. Algo a lo que agarrarse para no sucumbir en la pesada ignorancía, en la negra noche del silencio.
Y es que uno abre su periódico todos los días y se aburre de ver que las noticias siempre vienen de una mano u otra. ¿Es que no hay más manos? ¿No hay más opciones? ¿Solo existen dos maneras de hacer las cosas? (Bueno, si fueran distintas incluso valdría)
Todo esto parece de Orwell. Parece seguir los dictados del ministerio de información. Una única realidad bipolar mantenida por el sistema para que solo sean visibles dos colores en el amplio espectro de luz.
¡Qué duro resulta atravesar los filtros! Qué difícil conseguir un hueco en la memoria de los conciudadanos.
Y, pese a todo, al menos disponemos de un clavo al que agarrarnos. Esperemos que sea suficiente para no caer. Que baste para asentarnos, lentamente, sin ambición, pero sin descanso.
El tiempo nos permitirá abrir un hueco en la memoria. Al final, el color se abrirá paso. Sin necesidad de empeñarse hasta los tuétanos en servilismos e hipotecas. Porque en este "patio" tal y como les ocurría a los animales de Orwell al mirar por la ventana y ver a los cerdos y a los hombres cenando ya no distingo quienes son hombres y quienes cerdos.

P.D.: Ayer pude escuchar al Sr. Ripoll decir en dos ocasiones distintas "No es bueno judicializar la política"
¿Es que pretenden situar la política al margen de la Ley? ¿Van a formalizar algún acuerdo en ese sentido?
¡Menuda granja!

viernes, 18 de febrero de 2011

VALENCIA, 17 DE FEBRERO

HE DE RECONOCERLO, JAMAS HABÍA ESTADO EN UN MITIN.


Ayer asistí a uno en Valencia, y lo que es mucho más interesante, asistí al primer mitin serio al que se enfrentaba mi amigo Fernando Llopis, candidato a la alcaldía de Alicante por UP y D.

Por si esto fuera poco, yo tenía butaca de lujo. A mi lado estaba Juanjo, la persona que le había dado a Fernando las herramientas para poder enfrentarse a algo así. Pudo comprobar que sus esfuerzos daban resultado conforme avanzaba el discurso de mi amigo.

Me gustaría destacar de la velada tres cosas: La frescura del encuentro, el trabajo desinteresado y la demostración de que es el mensaje la base de todo.

El encuentro fue fresco, con la frescura de quienes empiezan y derrochan ilusión en cada palabra. Sin comedimiento, sin ajuste, se podía ver sobresalir la ilusión en cada una de las frases de los oradores. Era el discurso de un niño, el peso de una evidencia, la conclusión lógica de quienes están decididos a hacer algo. Fresco, tierno, natural o como diría un enólogo afrutado en el paladar.

El trabajo desinteresado lo viví sentado a mi lado. Uno no llega y se sube a una tribuna y empieza a hablar. No por no tener cosas que decir, sino por no tener auditorio, por no tener maneras, por no tener personas delante. Todo eso lo posibilita el trabajo conjunto de gente que como Juanjo están aportando su esfuerzo para que quien sube a esa tribuna haga discurso de sus ilusiones.

Es el mensaje lo que ofreció la diputada de UP y D, Rosa Diez, a todos los presentes. En treinta minutos desgajó un mensaje muy sencillo, pero en mayúsculas. El libre albedrio y la titularidad intransferible de un voto. No hay compromiso con el pasado a la hora de votar sino con el futuro. Sólo así tiene sentido la Democracia por la que optamos como forma de gobierno.

Gracias por haber permitido que fuera yo quien estuviera sentado junto a Juanjo, en Valencia, compartiendo con los presentes mi primera asistencia a un mitin.