viernes, 18 de febrero de 2011

VALENCIA, 17 DE FEBRERO

HE DE RECONOCERLO, JAMAS HABÍA ESTADO EN UN MITIN.


Ayer asistí a uno en Valencia, y lo que es mucho más interesante, asistí al primer mitin serio al que se enfrentaba mi amigo Fernando Llopis, candidato a la alcaldía de Alicante por UP y D.

Por si esto fuera poco, yo tenía butaca de lujo. A mi lado estaba Juanjo, la persona que le había dado a Fernando las herramientas para poder enfrentarse a algo así. Pudo comprobar que sus esfuerzos daban resultado conforme avanzaba el discurso de mi amigo.

Me gustaría destacar de la velada tres cosas: La frescura del encuentro, el trabajo desinteresado y la demostración de que es el mensaje la base de todo.

El encuentro fue fresco, con la frescura de quienes empiezan y derrochan ilusión en cada palabra. Sin comedimiento, sin ajuste, se podía ver sobresalir la ilusión en cada una de las frases de los oradores. Era el discurso de un niño, el peso de una evidencia, la conclusión lógica de quienes están decididos a hacer algo. Fresco, tierno, natural o como diría un enólogo afrutado en el paladar.

El trabajo desinteresado lo viví sentado a mi lado. Uno no llega y se sube a una tribuna y empieza a hablar. No por no tener cosas que decir, sino por no tener auditorio, por no tener maneras, por no tener personas delante. Todo eso lo posibilita el trabajo conjunto de gente que como Juanjo están aportando su esfuerzo para que quien sube a esa tribuna haga discurso de sus ilusiones.

Es el mensaje lo que ofreció la diputada de UP y D, Rosa Diez, a todos los presentes. En treinta minutos desgajó un mensaje muy sencillo, pero en mayúsculas. El libre albedrio y la titularidad intransferible de un voto. No hay compromiso con el pasado a la hora de votar sino con el futuro. Sólo así tiene sentido la Democracia por la que optamos como forma de gobierno.

Gracias por haber permitido que fuera yo quien estuviera sentado junto a Juanjo, en Valencia, compartiendo con los presentes mi primera asistencia a un mitin.

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